domingo, 10 de enero de 2010

Caballeria Blindada




De las dilatadas llanuras del sofocante calor tropical, a los fríos senderos de la cordillera de los Andes, trepida, la tierra bajo el paso bizarro de los Escuadrones de Caballería en los gloriosos campos de batalla; Boyacá, Carabobo, Tapi, Pichincha, Junín, Ayacucho, Chacabuco y en Maipú; cubriéndose de honor cual centauros mitológicos, galoparon con la bandera de la Libertad por la justa causa american.
La Historia de la Patria se hizo a caballo, la Caballería nos legó la libertad y consolidó la Independencia de los territorios que hoy llevan el nombre de Ecuador, sus jinetes y corceles desde el inicio de la epopeya independentista galoparon por los campos de Cone, Yaguachi, Huachi, Verdeloma, Tanizagua y Camino Real. La sangre de los “Granaderos a caballo de San Martín” irrigó los campos de Tapi en la homérica batalla; en la heroica gesta de las alturas del Pichincha la bravura de los “Dragones”, los “Sables” y los “Lanceros” de las huéstes patriotas, nos liberaron del yugo español, constituyendo la base sólida de una excelsa legión de Soldados de Caballería que integrarían el Ejército de la nueva República años más tarde.
Bravía y romántica es la Caballería ecuatoriana, el servicio a la República constituye su mística; el procerato de la lealtad reside en ella. Cuando el Ecuador dormido en los laureles de Tarqui; despierta atónito en el drama de 1941, aun allí en ese cuadro de impotencia, la Caballería salva el honor del soldado ecuatoriano.
De allí, una rica tradición militar caracteriza a los hombres de bota y espuela, guarneciendo en todos los confines de la Patria ecuatoriana. Unidades que hicieron historia en nuestro ejército, y que perduran en nuestras mentes y corazones como son: “El Cazadores de Chone”, el “Alajuela” el “Teniente Ortíz”, “El Yaguachi”, “El General Dávalos”, “El Febres Cordero”, “El Cazadores de los Ríos”, fueron los nombres adoptados por las Unidades de Caballería que desde el inicio de la República hasta el presente siglo, contribuyeron con la paz, la seguridad interna y externa de la nación y su soberanía.
23 de Abril, fecha clásica no solo recordada en nuestro país sino en la mayoría de Ejércitos del mundo; y del porqué de esta celebración; traemos a nuestra memoria al Caballero andante Príncipe de Capadocia llamado Jorge quien el 23 de Abril del 303 en los tiempos del Emperador Dioclesano, fue martirizado en Nicodemia por haber sembrado y practicado los más altos ideales de lealtad y del valor insoslayable, característica del verdadero Caballero que ponen de manifiesto en la leyenda que narra como San Jorge “arriesgó su vida en desigual lucha contra el Dragón” para salvar la vida de la Princesa Cleolinda.
Con el devenir del tiempo el empleo militar se ve en la necesidad de contar con tropas muy móviles y flexibles y con la capacidad de arrollamiento físico y psicológico, que le permitirán obtener una inmediata superioridad sobre el adversario, para efectivizar esta nueva táctica como innovación bélica, utilizó el caballo registrando a partir de entonces éxitos y victorias decisivas para los grandes Capitanes y Comandantes que no podemos dejar de mencionar: Filipo, Alejandro Magno, Atila, Napoleón, Montgomery y Guderián.
En nuestra Patria: el Teniente Hugo Ortíz, Teniente Plaza, Capitán Moisés Oliva, Subteniente Zurita, Subteniente Pinto, Sargento Grau, Cabo Vaca, Cabo Tipantuña, Conscripto Flores y muchos otros grandes hombres que nos habla la Historia Universal, americana y ecuatoriana.
Gran parte de la Historia del Ecuador se hizo sobre el lomo de los caballos, iniciando en la conquista por parte de los españoles, que constituyó una sorpresa y espanto para nuestros aborígenes quienes les consideraban unos verdaderos monstruos conformados por jinetes y caballos en un solo cuerpo, siendo tan grande la imposición psicológica que huían despavoridos los combatientes indígenas.
Más tarde con las disensiones entre conquistadores, Gonzalo Pizarro, se declaró líder de los encomenderos, hasta que en la Batalla Iñaquito triunfó sobre las tropas de Virrey del Perú, con sus Escuadrones de Caballería mandadas por el propio Pizarro y por Pedro de Puelles.
En 1542 cuando el Virreinato del Perú implantó el impuesto a las Alcabalas; los quiteños al mando de Pedro Zorrilla organizaron un fuerte Ejército el mismo que contaba con poderosas fuerzas de Caballería que al postre fueron causa determinante para la victoria en esa histórica revolución.
Preponderantemente vale la pena recordar que durante los episodios del 8 y 9 de Octubre de 1820, el entonces Capitán de Caballería Luis Urdaneta al mando de 25 hombres del Batallón Granaderos fue quien determinó el éxito de estas fuerzas independentista al anular el poder militar español en Guayaquil.
En el año de 1821 el General Antonio José de Sucre, llegó a la Península de Santa Elena y organizó sus fuerzas en base a los Escuadrones, Dragones de Caballería, a la Brigada de Caballería Mires y al Escuadrón Guías quienes contribuyeron al éxito de la Batalla de Pichincha pues jugaron un papel determinante, al derrotar a la columna española entre Cone y Yaguachi alcanzando una victoria total el 19 de Agosto de 1821. Luego el 21 de Abril de 1822 en las llanuras de Tapi cerca de Riobamba, los Escuadrones de Granaderos al mando del General Lavalle alcanzaron el triunfo que abría las puertas para Pichincha y la Libertad de la Patria, gesto heroico por demás conocido en donde se destaca la conducción del general Antonio José de Sucre.
Como parte de la Gran Colombia, se cubre de gloria la Caballería fundamentalmente en Batalla de Tarqui, en la que los Escuadrones: Cedeño, Segundo, Tercero y Cuarto Escuadrón de Húsares, Granaderos a Caballo, Dragones del Istmo y Yaguachi, permitiendo que el Ejército Gran Colombiano selle con sangre y fuego la osadía enemiga, de invadir la tierra de sus libertadores, perennizándose en la historia la legendaria acción de los “20 bravos del Yaguachi”.
En los tiempos de la República entre 1830 y 1843, la Caballería brilló por su valor en la Revolución de Quito Libre que culminó en la famosa Batalla de Miñarica, donde la Caballería Floreana realizó una verdadera carnicería y exterminio del Ejército restaurador a órdenes del General Isidro Barriga.
En las guerras alfaristas entre liberales y conservadores, los repartos de Caballería son los que combaten en diferentes acciones de armas en San José de Chimbo, El Molino, Gatazo, una vez más, para su propio sello de victoria con la actuación valerosa de los Grupos Cazadores de Los Ríos y Yaguachi.
En la invasión peruana de 1941 la actuación heroica del Grupo de Caballería “Febres Cordero” en Panupali impiden el avance enemigo hacia Loja y Cuenca de igual forma elementos de Caballería del Yaguachi en Porotillo aniquilan la vanguardia peruana cortando toda la posibilidad hacia el Austro, se destacan heroicamente el Capitán Moisés Oliva, los Tenientes Leonidas Plaza, Alfredo Zurita, Subteniente Manuel Pinto, Cabo Tipantuña, Conscripto Flores y otros héroes que pasaron a la inmortalidad.
A partir del año 1917 el ingenio mecanizado a nivel mundial, desarrolló este vehículo de gran movilidad y características excepcionales para la maniobra en el campo de batalla dando una nueva dimensión al arte bélico, señaló el inicio de la revolución de las operaciones desencadenando nuevas armas de fuego, movimiento y choque con la aparición del vehículo blindado llamado tanque.

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